LA ELECTRICIDAD COMERCIAL.
La electricidad comercial tiene ya casi un siglo y medio de vida, y probablemente le quedan muchos más durante los cuales su importancia seguirá creciendo.
Cuando la electricidad era luz.
El objetivo de las primeras fábricas de electricidad era proporcionar fluido para la iluminación mediante lámparas de incandescencia. Estas fábricas eran pequeñas centrales térmicas, por lo general localizadas en el interior del casco urbano, y funcionaban quemando carbón o gas de alumbrado, un derivado del carbón.
La energía se distribuía al alumbrado público y a algunas casas pudientes. Poco a poco se fue extendiendo su uso al transporte -tranvías- a las fábricas y a usos comerciales, al mismo tiempo que comenzaba su inclusión en todos los hogares.
Existían muchas compañías de pequeño tamaño, que distribuían electricidad de manera local, a determinados barrios, calles o incluso pisos dentro de cada edificio.
Al final del siglo 19, la ciencia estaba avanzando a pasos sorprendentemente grandes. Los automóviles y la aviación estaban a punto de cambiar la forma en que se iba a mover el mundo, y la electricidad estaba introduciéndose cada vez más en los hogares. Incluso entonces, los científicos de la época veían la electricidad como algo lejano y no demasiado claro. No fue hasta el año 1897, que los científicos no descubrieron la existencia de los electrones – y aquí es donde comienza la electricidad.
Como ya sabrás, la materia se compone de átomos. Parte algo lo suficientemente pequeño, y conseguirás un núcleo orbitado con uno o más electrones, cada uno con una carga negativa. En muchos materiales, los electrones están fuertemente atados a los átomos. La madera, el cristal, el plástico, la cerámica, el aire, etc. – son ejemplos de materiales donde los electrones se pegan con sus átomos. Al no poderse moverse los electrones, estos materiales no pueden conducir la electricidad demasiado bien, o en absoluto.
Estos materiales son aislantes eléctricos. Sin embargo, muchos metales tienen electrones que pueden separarse de sus átomos y moverse alrededor. Se llaman electrones libres, y pueden hacer que la electricidad fluya fácilmente por sus materiales, por lo que se llaman conductores eléctricos. Pueden conducir la electricidad. Los electrones en movimiento transmiten la energía eléctrica de un punto a otro. Sea como sea, la electricidad necesita un conductor para moverse. También se necesita algo para que la electricidad fluya de un punto a otro a través de dicho conductor. Una de las maneras de hacerlo es usando un generador.